SE PREPARA UN NUEVO GOLPE AL LIBRO


   
  
           
   ¿ Qué significa un libro en México?
Dicho de otra manera, qué se traen estos señores legisladores  quienes según Paco Ignacio Taibo II, que en reciente conferencia dictada en Xalapa afirma que pretenden gravar el libro con el impuesto al valor agregado de nueva cuenta, incluido alimentos y medicinas como en intentona fallida en época  del presidente Fox. Uno puede pensar dos cosas, que estamos ante economistas desinformados cuyo acervo se reduce a cuestiones técnicas relacionadas con su profesión. Si pretenden gravar el libro, se supone que tienen en sus manos un estudio previo para saber todo acerca de el libro, que  al final de cuentas resulta hecha por gentes ajenas a los libros.

¿ O es que tal acción obedezca a un plan siniestro para favorecer la ignorancia colectiva y hacer de este país un mundo general de obreros, albañiles, artesanos y técnicos?  y otro reducidísimo de profesionistas y líderes que los guíen. 
                       
Evidentemente todos los caminos del IVA al libro, van en contra de la educación en México en todos sus rubros. Los pretextos son muchos. La verdad es que la educación general en México sigue siendo un reflejo del positivismo añejo, que cree en una pedagogía para la rápida formación de gentes; máquinas que van a producir  y a dedicarse a una especialización.

Política errada sin duda.
Porque a los mexicanos del tercer milenio se les está negando los instrumentos para una vida plena y para una cultura humana. El pragmatismo educativo siempre es contraproducente: un especialista, un técnico ignorante, o un economista ignorante, produce menos y produce mal, porque piensa menos y piensa mal.

Se dice por ahí que Alemania produce excelentes jabones porque Kant escribió, Crítica de la razón pura. Está comprobado como que ahora está usted leyendo estas líneas y está respirando,  que la cultura literaria es indispensable en cualquier profesión. Si la gente no sabe expresarse en su idioma, no sabrá pensar en su idioma y en consecuencia no podrá ser ni un buen ser humano profesionista ni un buen ciudadano.

          Por ello resulta un escándalo la calidad de la enseñanza en México y si a esto le agregamos  las medidas que podría tomar Hacienda para obtener recursos como el IVA a las colegiaturas, o la recaudación fiscal a costa del sacrificio de horas lectura de millones de mexicanos, entonces, el panorama es desolador.

Antes de que se cometa este crimen sin castigo, hacemos un atento llamado a la cabeza directriz de CONACULTA para tomar medidas y evitar esa maldita tentación de querer gravar el libro hoy que estamos a tiempo y persuadir a los legisladores de una nueva  imposición  para gravar los libros. 

Porque  suprimir los libros es suprimir las palabras, el idioma, ese que te enseña a pensar, a soñar, a asumir responsabilidades, a rebelarte, a escoger y si no es capaz el encargado de la cultura en este país  y el secretario de Educación  de enseñar a los niños a soñar viajando con su idioma desde la primaria, nuestro país seguirá teniendo como destino el ser una nación desintegrada, de iletrados a medias, de gente a medio cocinar como hoy somos millones de nosotros.
  
En Francia y en Inglaterra, se subraya la necesidad de conocer bien el idioma. Los niños franceses de once y doce años han leído a todos sus clásicos, citan a Moliére, a Descartes y a Pascal, recitan poemas de Eluard, Prévert y Desnos.

Es imposible olvidar que todo libro es hijo y padre de otro libro. Desde Homero hasta Joyce, todo es influencia. Pero son Shakespeare y Cervantes los primeros en establecer claramente los confines literarios de toda obra escrita: el teatro dentro del teatro en Hamlet, la lectura de el Quijote, por Don Quijote mismo.

La sorpresa es que La Biblia, uno de los libros más importantes y extraordinariamente escrito hasta ahora... sería gravado. Esto es un reto a todo poder. Es un reto al deseo de escribir. Petulancia a la necesidad y el placer de comunicarse, ya que toda lectura, irremediablemente tendrá como consecuencia la escritura. ¿ Que habría pasado en la época de Moisés, si lo poco que se podía leer, lo hubieran gravado  imperios y monarquías? Si aquello que perecía un absurdo es hoy una realidad, preparémonos para dentro de poco pagar impuestos por el aire que respiramos o el número de rayos de sol que se posen sobre tu piel.

No necesita decírmelo, amable lector, para saber que usted como ciudadano lector y elector, está más allá de ser un conejillo de indias, o porqué ser tomado como rehén financiero para cínicos perdedores privilegiados en un país, donde precisamente, las oportunidades a los talentos no cuelgan de los árboles. 

Si se enseñara bien la literatura en México, nuestras ciudades serían más bellas, más humanas y más habitables, porque sus habitantes darían más y exigirían más. Nuestras ciudades son el reflejo de la inconsistencia y la mediocridad de la educación que se imparte en nuestro país. Entonces añadirle el IVA al libro, prácticamente es poner a la educación con la nuca en la guillotina. ¿Usted lo permitiría?

           
                      

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