DE LA TINTA AL INTERNET / Mario Hernández Solorio





El entorno era desalentador en el siglo XIV. Juana de Arco, la llamada doncella de Orleáns, hoy heroína nacional y santa patrona de Francia, era juzgada de bruja y hereje para después ser quemada en la hoguera a media plaza sin importar lo que dio a su país: Un giro decisivo a la guerra de los cien años.

Leonardo da Vinci, perfecto en el manejo del dibujo y la pintura hasta la inmortalidad, tanto, que evolucionó la ciencia moderna por sus investigaciones científicas en la óptica, la anatomía e hidráulica, solía mirar desde el pico de las águilas volando y soñar debajo de la tierra y de los mares, por ello fue el primero en inventar un traje de buzo, diseñar sistemas de drenaje para las ciudades y el precursor de la aerodinámica en máquinas voladoras. Con todo ello, era considerado simplemente un artesano que asumía el rol que esa época le asignó y para conseguir empleo se ofrecía como pintor, escultor, además de ingeniero, inventor e hidráulico, afirmaba poder construir puentes portátiles, realizar máquinas de guerra y si lo solicitaba el empleador, podía incluso realizar esculturas en mármol, bronce y terracota.



El renacimiento que había dado comienzo con el siglo XIV se hacía sentir con fuerza. Ajeno a todo, Johann Gutenberg un alemán del que poco se sabe y se desconoce su producción literaria, aun cuando se le atribuyen obras no firmadas, se endeudaba, asociando su talento y capacidad de trabajo con su compatriota el economista y prestamista Johans Fust, para crear la imprenta. Poco después imprimiría la Gran Biblia Sacra Latina, conocida también como Biblia de las 42 líneas.

Pese a la gran aceptación del invento y la demanda de impresos por una sociedad que veía en la máquina de imprenta la liberación del nebuloso quehacer de la letra manuscrita como única, hasta entonces forma de comunicarse por escrito, Gutenberg tuvo que ceder a su socio acreedor la participación correspondiente en esta empresa por no ser redituable.



Steve Jobs y Apple Inc., sin nacer, obtenía desde entonces los cimientos en que más de seiscientos años después fincaría su emporio económico y cibernético, Gutenberg que ignoraba el futuro siguió imprimiendo para subsistir. Aprovechó la emigración de eruditos bizantinos que tras la caída de Constantinopla se dedicaron a impartir conocimientos de la literatura griega, con el objetivo de estar acordes con la filosofía renacentista que le dio el auge a una clase media próspera e ilustrada que demandaba los materiales escritos por Martín Lutero, la Reforma, las Guerras Religiosas, que sin querer se volvieron dependientes de la prensa y del flujo continuo de impresos.

La imprenta había revolucionado la comunicación entre la humanidad. Entre 1400 y 1500 se imprimieron más de 600 obras diferentes. Se redescubrieron los Diálogos de Platón, los textos históricos de Herodoto, las obras de los dramaturgos y poetas griegos que se publicaron por vez primera, y se buscó febrilmente las obras de la antigüedad como formas de expresión.

Muchos años después, Gutenberg está ahí, presente en la inquietud de Marshall Herbert McLuhan, quien en el siglo XX desarrolla su teoría “ El Medio es el Mensaje”, visualiza convencido que la literatura y las letras serían reemplazadas por los medios electrónicos y de información audiovisual, aún antes de la existencia del video o el internet, toma conciencia de las transformaciones, y antes de que los libros se convirtieran en algo obsoleto escribe entre otras obras “La Galaxia Gutenberg” en 1962.

Gutenberg está en la decisión de William Henry Gates III, de abandonar Harvard, asociarse con Paul Allen y dedicarse por completo a Microsoft, y conseguir “una computadora en cada casa y en cada despacho”. El impresor alemán había conseguido por lo menos un libro en cada casa, y la tecnología daría la pauta para que el mundo fuera más pequeño a través de la información y el uso del Internet que fue desarrollado en 1973 por el ingeniero norteamericano Robert Kahun para que el Consejo de Investigación Nuclear se comunicará en caso de guerra, su actual impacto social es innegable. La súper pista informativa cambió el mundo en que vivimos.





Lamentablemente esos vasos comunicantes en nuestro país no han permeado como debiera entre los políticos y la política, entre el candidato que firma promesas y tomada la protesta del cargo jamás cumple. México se mueve a un ritmo de tortuga, aunque en países comprometidos económicamente como África, el internet opera en la Administración Pública. Aquí no, aquí el sueño de gentes como Bill Gates sigue siendo un meta derecho, un sueño guajiro pese a que la Constitución (Art. 1º) obliga a las autoridades a garantizar al gobernado el disfrute pleno de sus derechos humanos, no sólo no hay una computadora en cada hogar, desde hace décadas estamos en el rubro: “ Comida saludable y agua potable para todos”.

Hoy mismo el internet está sometiendo los valores tradicionales a una dura prueba: Hay un cambio en el concepto de pareja, de familia y de el sexo, no sólo de manera virtual, sino jurídica pese a que la palabra y el concepto de internet no figura ni se menciona una sola vez en ninguna parte de la Carta Magna, esto no será frontera ni limitación alguna para que en un futuro cercano cambie el concepto de “Juez” y con el tiempo también desaparezca, porque juzgar a un semejante, sentenciarlo y condenarlo es tarea sólo de seres perfectos, máquinas o de Dios. José Martí solía decir: “Antes de firmar una sentencia, el juez debería preguntarse, si él, sería capaz de soportarla”.

Estemos de acuerdo o no, el internet está cambiando la percepción del tiempo, de gobierno y nación, de empresa y economía, de gobierno y empresa. Justamente ayer, la empresa virtual Amazon era el fiel de la balanza en la disputa entre el gobierno estadunidense y grandes consorcios como Apple para imponer el nuevo precio del libro en la unión americana. Es así, como de manera virtual viene cambiando el concepto y las definiciones al tiempo real, por ejemplo la de comunidad y sociedad, ahora mismo escribo estas líneas en “mi blog” desde una “red social”.

Internet cambió la percepción de la vida, la muerte, de la educación, de la mentora y de la mujer que conquista el mundo desde su trinchera. Hace unas horas, en la Cumbre de Las Américas celebrada en Cartagena de Indias, Colombia, una maestra mexicana fue galardonada por aplicar su clase de canto con toda corrección y disciplina a un grupo de niños en edad de pre escolar en estado de emergencia, mientras afuera del plantel se desarrollaba una balacera entre la delincuencia organizada y las fuerzas armadas de México. El video que grabó ella misma, dio la vuelta al mundo ese mismo día por internet.


Nunca como hoy las profesiones tradicionales y los oficios se transforman en un tris. La medicina, la arquitectura, la administración. El oficio religioso católico transmite ya misas por “tabletas”. El periodismo ya no es el mismo de la tinta y de la prensa. El ciudadano ha tomado por asalto la tarea informativa, antes exclusiva de los periodistas. Hoy, el ciudadano que circula por la calle con sus apéndices digitales como extensiones de su sistema nervioso, lo convierten en cronista, autor y protagonista de la vida citadina, puede grabar imágenes, palabras, ruido ambiente, editarlas todas ellas con música, hasta video grabar su vida y muerte con epitafio si así lo desea y dar a conocer su historia al mundo por internet en cuestión de segundos.

Gutenberg muere endeudado y sin mayores loas en 1468, en su ciudad natal. Fallece sin la espectacularidad de Juana de Arco, vivió sin la conciencia de ser un genio como Newton o Copérnico, batalló menos que da Vinci para ser empleado, sin embargo el esforzado impresor alemán, sobrevivió no sólo a los eruditos medievales que contemplaban con recelo el mundo pagano griego y romano, y transgredió no sólo la tradición oral y la manuscrita, sino que modificó al mundo, a la literatura, la educación y las comunicaciones.

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