OLA DE SUICIDIOS FRENTE AL MAR.






La bahía, los barcos, los vientos del norte, el puerto artificial, un sol huidizo y un futuro incierto en la vida económica de Veracruz hicieron mella profunda en cuatro suicidas exitosos y uno fallido que decidieron cada cual por su cuenta cerrar para siempre una pesadilla sin fronteras que había invadido todo el territorio de sus vidas sin que nadie en este solar porteño incluida sus autoridades se percatara de la mala vida de estos desgraciados seres humanos.

Ola de suicidios en el puerto de Veracruz México que en los últimos 15 días no alteró ni el leve vaivén de la desnuda rama de un árbol invernal por más que los difuntos estiraron el pie para impedir el cerrojazo al calendario de ésta primera década del siglo 21 reclamando una pizca de atención desde el grito ahogado del olvido. Triste condición de sub gobernados, sub ciudadanos y como sub personas.

EL SUICIDIO COMO PROTESTA SOCIAL
Cierto es que en el pasado hubo suicidios colectivos o en serie en distintas partes de mundo por motivos religiosos en su mayoría, orquestados por un líder en forma directa como fue el caso de Jim Jones en Guyana o el de David Koresh en Waco, Texas.

En Veracruz no. Aquí el movimiento es sui generis por que brota al mismo tiempo en forma espontánea en el mismo lugar, sin que los suicidas potenciales tengan contacto ni se conozcan entre si, ni existe pacto previo para llevar a cabo la auto inmolación, llamando la atención que todo este ritual se ejecute en nuestros días frente a la Isla de Sacrificios denominada así por los soldados del conquistador Cortés al encontrar numerosos restos de sacrificios humanos.



¿A que viene todo esto? Nunca en ninguna parte del planeta se ha registrado un suicidio colectivo, alternado o en serie, de personas que gocen de un alto nivel de vida buscando una playa cual si fueran ballenas jorobadas por la vida para auto joderse. Jamás! Este fenómeno en Veracruz siempre ocurre con persona de escasos recursos, gente pobre o de clase económica de media hacia el fondo. De ahí que usted arriba a la conclusión irremediable que el suicidio en serie tiene como origen una protesta de tipo social que de persistir se convertirá en política ante la nula respuesta del gobierno.

Este lance sin retorno no es nuevo en Veracruz. Ocurre de vez en vez, como si fuera la mala rima de un son retorcido en jarana desafinada, al grado que hace unos años, un personaje porteño honestamente molesto e impotente por tan impar manía de los veracruzanos de terminar con esos calendarios no electorales de sus vidas a rajatabla, tomó una decisión drástica con la clara intención de provocar una catarsis colectiva o por lo menos gubernamental de poner fin a esta tragedia, fue entonces que mandó a poner un anuncio en el periódico que rezaba: ¡Ya basta de suicidios!

Aquel anuncio se volvió nota, impactó a la comunidad y el frenesí por la muerte como solución efectiva al olvido gubernamental fue retirado del menú del escuadrón de los suicidas sociales, al tiempo que las autoridades se hicieron de la vista gorda y el asunto se hizo mutis aunque solo por un tiempo, hoy por la mañana me entero que una vez más han vuelto a las andadas, hace una horas don Antonio Ortega, campesino, oriundo de Cotaxtla, municipio cercano al puerto, tomó la decisión de matarse colgándose de una viga de su humilde vivienda y con éste suman 5 los que en pocos días han seguido misma la ruta fatal.

En su calendario personal, no electoral, don Antonio había se había dado de plazo hasta el 31 de diciembre del año 2010 para que el gobierno emitiera una señal de cambio en su vida, y don Antonio esperó paciente todo el año hasta la media noche del último día en que la señal nunca llegó, fue hasta el mediodía del sábado primero del 2011 cuando su esposa doña Juana Ortega regresa al hogar después de recibir el año nuevo en casa de su hija, y se encuentra con el hallazgo macabro que no fue otro, que la protesta impostergable de don Antonio.

¿Habrá sido inútil nuestro suicidio? Se preguntarán desde el más acá Emilia Salinas, Gustavo Blas Sánchez, el menor Jesús Aguirre Acevedo y el fallido errabundo de la vida Jorge Luis Núñez Malpica quienes al igual que el sabio de la nariz roma, optaron por sufrir la injusticia antes que cometerla y sin embargo, la cuestión persiste ¿se fugaron de la vida o del infierno?

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