CASO PAULETTE.



Este es un caso para Hércules Poirot, quién lo puede dudar, el célebre personaje de Agatha Christie dirían algunos después de todo lo que hemos visto. Otros dirán que el caso Paulette solo podría ser resuelto por la exhaustividad indagatoria, la inteligencia y la capacidad de observación oceánica de Sherlock Holmes, personaje ficticio creado por Sir Arthur Conan Doyle en 1887, ante la opacidad que rodea la actuación de la autoridades judiciales que amenaza seriamente la imagen del gobierno del Estado de México, sobre el cual están posados los reflectores de la Televisión, de las poderosas redes sociales globales y la prensa internacional y que, puede derivar de manifestaciones virtuales a la acción real en las urnas, ante la nula efectividad en el caso Paulette para conocer la verdad de los hechos en que perdió la vida esta infanta de gran carisma entre las multitudes que han estado a su pendiente pese a la escasa información sobre ella.
Todo es misterio y confusión por cualquier línea de investigación que se siga. Cada paso que se da en busca de luz sobre el asunto, inmediatamente es copado por un alud de maleabilidades que indefectiblemente llevan a los familiares de Paulette y una o dos personas extrañas que no terminan de aparecer en la pesquisa judicial que los lleve a la “verdad de autos” con la premura que pudo haber salvado la vida de la menor defenestrada en los entrepaños de su cama, que oh coincidencia, 15 días antes de los hechos, un carpintero a pedido de la familia, construyó en forma por demás sospechosa para el uso de una niña con esa discapacidad en la parte izquierda de su cuerpecito, que lógicamente le haría difícil el subir y bajar de su nueva cama, ya que recién acababa de dejar el uso cotidiano de su cuna.
Los errores confesados por el sub procurador de Cuautitlán Izcalli, Alfredo Castillo al confiar en los padres de Paulette que le dijeron que “ ya habían buscado bien a Paulette en su cuarto”, acude diariamente al lugar de los hechos, auxiliado por Víctor Magaña García, director de la Policía Ministerial, que lidera a un grupo de 15 agentes asignados; con el asesoramiento de Mario Carrasco jefe de Servicios Periciales quien ha realizado directamente trabajos de rastreo de huellas dactilares, localización de rastros de sangre y pruebas de polígrafo, así como el procurador Alberto Bazbaz de quien la fracción panista del Congreso local mexiquense pide hacer rodar su cabeza por errores que dicho de una buena vez, son práctica inveterada en las investigaciones ministeriales no sólo del Estado de México, sino en cualquier parte del país, que da como resultados decenas de miles de averiguaciones ministeriales mal integradas.
Luego entonces, cabe preguntarnos si es la solución desgarrarnos las vestiduras por los errores en la indagación, por algo que como ciudadanos, siempre hemos consentido y aprobado en las urnas al elegir al candidato a ejecutivo en turno sin conocerlo a él y su equipo, ni su programa de gobierno.
Lo peor, en el escabroso caso Paulette: El móvil del crimen. Lo que parece estar orquestado por un complot contra una menor incapaz de caminar, inhábil para hablar y pueril para defenderse: Un angelito bajado hasta un nido de víboras.
En suma, vivimos ya entre criminales sofisticados y desalmados al estilo de las ciudades industrializadas de los países del primer mundo. Lo infame del asunto es que no vivimos en el progreso de las grandes urbes, sino entre el infortunio de nuestra realidad tercermundista y la codicia inicua de nuestros gobernantes.

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