PEÑA NIETO EN VERACRUZ.



Llegó, vio y aplausos recibió.

Para los que miran los acontecimientos políticos en Veracruz, se podría sintetizar así la relampagueante visita del gobernador del Estado de México al World Trade Center de Boca del Río Veracruz. Para los observadores políticos la incursión en campo enemigo de Enrique Peña Nieto venía precedida de toda una logística de guerra a muerte. La disputa al interior del PRI crece a medida que se acercan las elecciones intermedias, de las cuales saldrán fortalecidos los gobernadores que encabezan los grupos en disputa por la candidatura a la presidencia de la República.

Una parte muy importante de los grupos de poder catalogados así mismos como los “buenos” han dado todo su apoyo a la pre candidatura a la presidencia por el PRI a favor de Enrique Peña Nieto. Esto para nadie es un secreto en todo México y en Washington D.C. Sin embargo, alguien en Veracruz se resiste a darse por enterado y a la vista de todos, teje y teje redes de pescadores sin cuento. Redes forjadas no en cáñamo, sino en hilos de oro.

Quienes apuntalan el proyecto Peña Nieto están tratando de parar lo que ellos consideran una locura, pero esas voces parecen no tener eco en la escogida cúpula veracruzana. Para dejar en claro esta situación, e impedir lo que claramente se perfila como el fin del imperio priista si no se ponen de acuerdo los gobernadores y los grupos de poder - parecida situación se dio un paso antes de la estrepitosa caída del Imperio Romano dividido al final en varios pequeños imperios, todos en disputa a muerte por la silla del César en Roma- tal y como sucede ahora con los gobiernos priistas en la república mexicana, se presentó públicamente en el puerto de Veracruz el licenciado Carlos Salinas de Gortari, para dar “una conferencia magistral sobre su obra publicada”. Pero en los hechos, según los enterados, ya en corto, se habló sin ropa, sin afeites, sin máscaras sobre esta situación, para evitar la destrucción del país bajo una lucha sanguinolenta de grupos tras la presidencia de la República.

Al personaje en cuestión se le dijo que sí, que cómo no. Que se fuera por la sombrita, no se fuera asolear. En suma. Todos los mensajes, todos los consejos, todas las negociaciones hasta ahora están fallando. Atrás queda la época de la “disciplina priista” que tanto caracterizó a los miembros del tricolor, porque la famosa transición a la democracia ha producido gobernadores muy poderosos al grado que algunos de ellos, son llamados ya “neo-caciques” y están tomando decisiones que pueden afectar el destino toral del país, sometiendo como simples espectadores, no solo a los electores de toda la Nación, sino a toda la clase política y a la clase empresarial.

En esta tesitura la respuesta es de pronóstico anunciado, nadie da marcha atrás. Este último viernes, cuando se celebraba un mítico encuentro de legisladores federales de la fracción priista de la Cámara Baja trasladada con todos los gastos pagados hasta las instalaciones del World Trade Center de Boca del Río Veracruz, con la clara finalidad de acuerpar la novel presencia del reciente diputado Duarte de Ochoa. De pronto, sin decir agua va, se presentó en el salón de fiestas de manera imprevista y espectacular Enrique Peña Nieto, precisamente en el momento en que el gobernador de Veracruz dictaba su discurso. Todas las candilejas, cámaras y flashes enfilaron hacia el gobernador del Estado de México. Casi de inmediato, el salón en pleno abarrotado por priistas estalló en aplausos y vítores a favor de Peña Nieto. La fiesta terminó en forma por demás abrupta. El salón se vino abajo. ¡Sálvese el que pueda! Cuando el humo de los escombros cesó, no estaban ahí, ni Duarte, ni el gobernador de Veracruz y Enrique Peña Nieto desapareció como llegó. Como una visión fantasmal no apta para cardiacos.

La anterior noticia que se tenía de Peña Nieto en Veracruz, se relaciona con la visita turística accidentada de su familia, que paseaban por la costera del puerto cuando la camioneta en que viajaban sus hijos se vio envuelta en un incidente que los hizo abandonar la ciudad en forma precipitada, sin que ninguno de ellos sufriera daño alguno, motivada según los medios, por un tiroteo entre grupos antagónicos en pleno centro de la ciudad. El origen y fin de dicho enfrentamiento nunca fue aclarado a plenitud.

Sin duda, el lance del gobernador mexiquense tenía todas las características de una incursión guerrillera- política en campo enemigo. Peña Nieto había asestado un golpe sorpresivo, certero y exitoso de acuerdo a lo planeado. Pero sobre todo sin ninguna baja aparente. La logística del bombazo político, fue dirigida desde adentro del salón de fiestas, con la precisión de un reloj suizo, desde donde se supone había gente adicta al candidato local.

Los observadores se preguntan cuándo será la próxima escaramuza. En qué momento y en dónde estallará el siguiente mísil. En estas condiciones, nada de lo que suceda en el campo, en la ciudad, en el aire, en ningún ámbito, de ahora en adelante nada, nada, nada, será casual.

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