“ ESOS GATOS GORDOS…”



A propósito de esos 190 mil pesos que recibirá por concepto de jubilación Guillermo Ortiz Martínez como ex empleado del Banco de México, cae como al pasto el rocío lo que dijo el presidente Obama alguna vez cuando se le planteó la necesidad de apoyar económicamente por un plazo largo a los bancos insolventes que hace poco más de un año pusieron al sistema financiero al borde del abismo: “ No contendí por la presidencia para ayudar a una sarta de gatos gordos de Wall Street”.

No hay mejor ejemplo de lo que pasa en México, que ese: La salida de Guillermo Ortiz Martínez de Banxico, para unos es una premiación insultante a la situación económica que viven millones de mexicanos en pobreza extrema y para los nuevos 7 millones de pobres que deja la ineficiencia en los manejos de la economía y para otros es un castigo por disentir de las políticas económicas del presidente. En cambio, los expertos coinciden en que, con la llegada de Agustín Carstens al cargo de gobernador de Banxico, se le dio un premio inmerecido por la forma en que fue conducida la Secretaría de Hacienda mientras estuvo a su cargo, ya que el desastre de la economía que todos estamos padeciendo, pudo ser menor si el entonces secretario de Hacienda Agustín Carstens hubiera reaccionado a tiempo, que, según sus propias palabras confundió la neumonía estadunidense con un simple catarrito, situación que no se explica y mucho menos se justifica porque este tiene una amplia experiencia y un curriculum impresionante en la burocracia económica, ha sido hasta presidente del Fondo Monetario Internacional para Iberoamérica.

De modo que, el no tomar el pulso correcto de la economía estadunidense después de la debacle de Enron y que no hubiera leído comedidamente la política económica del presidente George Walker Bush, que era abiertamente una política de economía de guerra, de la cual hecha mano, una vez que se entera de que la economía va rumbo a la bancarrota, con el pretexto del atentado a las Torres Gemelas se lanza a su aventura bélica de siete años que jamás pudo concluir, con los resultados que todos conocemos.

Otra de los indicadores clave, que todo economista que se precie de serlo, habría checado en aquellas circunstancias, eran las del sector inmobiliario estadunidense. Sin duda, el termómetro cabal que no le falló, por ejemplo a Medina Mora – hermano del ex procurador y ahora embajador en Italia- director general de Banamex, que si estuvo al tanto de este rubro, y dictó en consecuencia las medidas adecuadas para su banco y que, a la postre resultó ser el más sano de toda la estructura mundial de Citibank, convirtiéndose casi, en la joya de la corona en disputa, ya que inversionistas mexicanos le echaron el ojo otra vez, para comprarlo a partir de que el presidente Obama había inyectado al Citi una fuerte suma de recursos para rescatarlo al igual que otras empresas estadunidenses.

Cuando Agustín Carstens toma el mando en la secretaría de Hacienda él tenía que estar en armonía con la visión financiera de Medina Mora respecto a las finanzas estadunidenses que es el elefante con el que dormimos todos los días. Si alguien, no podía darse el lujo de ignorar el estado de salud del paquidermo de al lado cada noche que se iba a la cama, era precisamente él, hasta el Fabricante de Espejos había anunciado en este espacio la quiebra de Wall Street con un año de antelación en su artículo “Estamos importando un falso sueño americano.” Cierto es que el presidente tenía que haber auscultado a don Agustín antes de nombrarlo al frente de Hacienda, aunque se sabe que los políticos no son sabios ni es requisito que lo sean, si están obligados actuar como si lo fueran, por la enorme responsabilidad que llevan a cuestas.

Pocos han advertido sobre las declaraciones de Carstens al ser ratificado por el Senado como gobernador de Banxico: “Es como tripular un F 2000, allá ( Hacienda) iba yo en un surito en terracería.”¿…..!!!!.....?

Al nombrar a Ernesto Cordero como sustituto de Agustín Carstens en la secretaría de Hacienda, el método es el mismo. Seguimos en las mismas, el lenguaje político en México es arcaico, “se gobierna con los amigos”. Oxford Analytic, la exclusiva firma inglesa de análisis financiero, criticó a Calderón por premiar la lealtad sobre la experiencia. Ahí se dice que Ernesto Cordero, el político opaco, ha estado en Washington una sola vez. En el verano de 2007, cuando todavía era subsecretario de Hacienda, cuando fue a firmar un acuerdo técnico en el BID. No ha tenido un solo encuentro bilateral o de otro tipo con funcionarios del Tesoro, Seguridad Interna o Estado.

Ese lenguaje político obsoleto caracterizado por una falta de acuerdos es el estado actual del sistema, definido como una transición democrática que se limitó únicamente al conteo de las urnas, pero que no ha sido capaz de romper con la red de intereses que ha sostenido al statu quo durante los últimos setenta años, y que mantienen sobre la economía un nivel de monopolio y falta de competencia que constriñe la capacidad de crecimiento de la economía.

Felipe Calderón lleva tres años cantando la misma canción, parece no advertir que Bush cometió un error parecido, con la diferencia de que a él le quedan tres años en los que puede dar un golpe de timón que ponga la nave en la ruta correcta, hacia donde todos queremos ir, hacia donde México necesita arribar.

De regreso con Ortiz Martínez, que sale por incapacidad, según el presidente Calderón que tuvo con él una diferencia profunda en lo que se refiere a la conducción de la política monetaria. Esas diferencias ya eran conocidas y se hicieron visibles, sobre todo, en el verano de 2008, cuando la junta de gobierno de Banxico se decantó por aumentar las tasas en 75 pbs en tanto el gobierno de Calderón criticaba la mayor restricción monetaria.

En enero de 2009 Banxico inició una agresiva política monetaria expansiva que llevó el nivel de tasas a su actual nivel de 4.5%, con la finalidad de buscar un mayor equilibrio entre la banca extranjera y la nacional. De esta forma, Guillermo Ortiz evaluó que México había aprendido de los errores del pasado.

La economía, el despilfarro y la falta de un lenguaje moderno que haga entenderse a la clase política y sobre todo, sea caja de resonancia en las masas del país, sigue siendo, 70 años después, el principal Talón de Aquiles de México.

El caso es que, la pensión de 190 mil pesos mensuales que recibirá por concepto de jubilación Guillermo Ortiz Martínez como ex empleado del Banco de México para la gente de la calle fue una bofetada. Un insulto, algo más que mentar la soga en casa del ahorcado. Lo cierto es que Ortiz Martínez, formará parte del selecto grupo de ex funcionarios públicos que gozan de jubilaciones ostentosas y nadie se lo impedirá porque de acuerdo a la ley, empezará a recibir su pensión de retiro equivalente al sueldo que percibió durante el último año como gobernador de Banxico.

De esta manera el ex gobernador de Banxico se sumará a la lista de pensionados privilegiados en la que se encuentran los ex presidente Vicente Fox, Ernesto Zedillo, Carlos Salinas de Gortari, Miguel de la Madrid y Luis Echeverría Álvarez, así como ex directores de la banca de desarrollo. Evidentemente tenemos leyes que no cumplen con el principio general del derecho que: “Ante la ley todos los ciudadanos mexicanos somos iguales”, y eso los saben muy bien la inmensa mayoría de los jubilados a quienes golpea en el rostro la jubilación de Ortiz, pues mientras el 81.4 por ciento de los jubilados recibe en promedio mil 966.4 pesos mensuales, un 0.3 por ciento obtiene 81 mil 388.2 pesos mensuales en promedio.

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