CON PERMISO PARA MATAR.



Aberrante la acción criminal del chofer del pulpo camionero el día de ayer en las calles del puerto de Veracruz, México. O, cómo calificar a un individuo que arrolla a un peatón por conducir a alta velocidad y solo frena su loca carrera para echarse en reversa y rematarlo. ¡Carnicero insaciable! Ese es el sentir del usuario del transporte público de Veracruz, con el que nos solidarizamos plenamente, aunque ciertos gobernantes se preguntan: ¿Qué sería de la “democracia electoral” en Veracruz sin la participación puntual del transporte público urbano de Veracruz? ¿Que haríamos sin ellos a la hora del acarreo?

Los porteños se cuestionan en cambio, el porqué después de tantos crímenes callejeros a ruedas de éstos señores, no que exista un solo sentenciado que en éstos momentos esté cumpliendo un fallo que haya causado ejecutoria en ninguno de los calabozos de Veracruz.

Porqué hasta ahora ningún político ha salido a condenar éste crimen que deja en la orfandad a una familia y mucho menos, se les ofrezca ayuda a los dos menores Ana María González Zapata de 14 años y a Rosa Isela González Zapata de 12 años a las que su padre salvó la vida en esa tragedia vial y que aún les falta mucho para terminar sus estudios, en caso que deseen continuar una carrera universitaria ¿ Será porque ya no estamos en elecciones?

Conocido es el hecho, que ciertos políticos se ufanan de ser pragmáticos, es decir, mientras el ciudadano, la comunidad o los agraviados no tomen medidas jurídicas y sociales efectivas para hacer llegar su inconformidad seguiremos en la inercia del NO PASA NADA. Para ellos, la lógica de los hechos es aplastante. Si usted está votando por ellos, usted amable lector está a gusto, usted disfruta de los servicios públicos desde el momento que no eleva queja alguna, si usted abarrota los “mitines” electoreros y llega hasta ahí a bordo de éstas unidades en calidad de acarreados NO PASA NADA, porque usted lo está disfrutando. Cuesta trabajo admitirlo, pero ellos tienen razón, y sabe qué, éstos hechos deleznables seguirán ocurriendo, porque estamos practicando la cultura de la impunidad.

¿Ése es el precio que debe pagar la comunidad para tener la democracia electorera que padecemos? Todo parece indicar que si. Salvo que usted decida remediarlo ¿Cómo? Actúe. Si conviértase en actor, es decir deje de ser un espectador de la vida política y social de su entorno, de su estado, de México.

Por ejemplo, usted se ha preguntado alguna vez ¿Qué pasaría si los domingos que no tiene prisa por llegar al trabajo, decide caminar en vez de utilizar el servicio público que acostumbra? ¿Qué pasaría si alguna vez son miles los que decidan caminar al igual que usted? Lo más probable es que no pase nada al principio, pero estaría enviando un mensaje contundente de que existe alguien como usted, que no está de acuerdo en que se burlen de sus derechos. Si usted actúa con determinación pronto habrá dos, tres, diez o cincuenta. Entonces y solo entonces, cambiarán las cosas.

Ellos son sensibles a las conductas dignas y estarán pendientes de su actitud.
Soñarán con usted. Ellos ignoran a los lame suelas, desprecian a los que mueven la cola cuando les tiran unas croquetas. Porque no son tontos, saben lo que les conviene. Esto no es nada nuevo. Hace algunos años una persona conocida como el Mahatma Gandi puso en practica lo que él llamó la resistencia civil pacifica y liberó a su patria, la India, de la opresión que ejercía sobre ella la corona británica, que por esos años era, literalmente, dueño de las tres cuartas partes del planeta Tierra y los convenció de que su colonización en aquel país había terminado.

De su lucha, el Mahatma había sacado conclusiones como ésta: “Todo lo que se come sin necesidad, se roba al estómago de los pobres. El verdadero progreso social no consiste en aumentar las necesidades, sino en reducirlas voluntariamente; pero para eso hace falta ser humildes. El secreto, especialmente en materia política, es pecado. El mundo está herido de muerte por su política sanguinaria. No me asusta la posibilidad de morir a manos de un hermano vengativo. La muerte me traerá el bien eterno.”

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