INVASIÒN INFANTIL ABORTADA
Hasta hace unos días, el desterrado era por naturaleza infeliz. Hoy ya
no.
Nadie deja la tierra en
que nació para vivir fuera de ella en forma voluntaria, salvo excepciones
aisladas, los exilios son forzosos en donde va de por medio la libertad y la
vida. Hasta hace poco, estos lances eran cosa de hombres dispuestos a todo con
tal de escapar del hambre, la enfermedad y la miseria.
Ahora no. La cantidad de niños mexicanos y centroamericanos,
que solos huyen de su patria para no morir de hambre, en busca de un sueño
ajeno, en pos de una mejor vida y libertad para los suyos, nos ha convertido en
el mayor índice en todo el mundo, que invade otro país en forma tan singular y
¨sofisticada¨´
El niño mexicano no huye ni invade otro país por agredir, como
tradicionalmente se estila. No, emigra sin nada material que lo acompañe, nada,
únicamente con la esperanza como equipaje. No tiene papeles que lo ubiquen en
el mapa de información en que hemos convertido este mundo. Por tanto, sin
documentos que lo identifiquen y señalen su destino y ocupación, para los
ciudadanos extranjeros y connacionales no es nadie, ni siquiera un simple
ciudadano. No tienen derecho ni a vivir.
Este lo tiene sólo el documentado. Nace así el niño de papel.
Su misión? Salvar a su país de la administración errada, de la
incuria, de la ineptitud y de la indolencia premeditada con alevosía y ventaja,
para que inmediatamente que se instale en la tierra de sus ancestros, primero,
deje de ser una carga en su país de origen, y después, lo salve mediante el
envío de remesas, de una bancarrota que amenaza con azotar a rajatabla en
cualquier momento.
Un ejército de niños invencibles, no porque sean inmortales, sino por
su capacidad para reproducirse en cosa de segundos al niño caído en su lucha
por sobrevivir. Atrás quedan los hombres y mujeres que eran identificados por
un simple nombre como Sócrates, María, Platón, John, Diógenes, Jesús, Einstein,
Marilyn, Aristóteles, Janis, Erasmo, Rafael, Moisés, Dalí, El Greco, El Ché,
Amadeus, Mateo, Picasso, Marcos, Jagger, et al.
La última noticia de los niños indocumentados ya no es que un tercio
de inmigrantes han terminado en la fosa común, por la falta de identificación
al momento de morir, ni el recuento de las violaciones a sus derechos humanos,
a sus cuerpos y de su carne. Tampoco lo es el descubrimiento de miles de tumbas clandestina en el desierto o en el
fondo del río Bravo. La noticia es: que los millones de dólares enviados a
México, ganados penadamente bajo el
acoso de una escopeta de cazador de inmigrantes, acorralado por el quemante sol
en la espalda al filo de la cosecha y la andanada de vejaciones sufridas, han
servido para salvar la cuenta pública del país que no le brindó oportunidad
alguna.
Si, esas
remesas en dólares enviadas por trabajadores mexicanos residentes en Estados
Unidos, se han constituido en un factor determinante para reducir el déficit en
la cuenta corriente de la balanza de pagos y ha contribuido ha fortalecer las posiciones
de las cuentas externas del país. Nuestros migrantes proscritos por la sociedad
y el gobierno mexicanos, han logrado cambiar positivamente, lo que en los
últimos 50 años nadie logró hacer. Vamos, ni De la Madrid, Salinas y Zedillo,
quienes estudiaron en Harvard, Yale, Stanford, y las más connotadas
universidades extranjeras y de alguna manera manejaron las finanzas del país
desde la Presidencia de la República en los últimos tres sexenios.
Tuvieron que resucitar de
sus tumbas los llamados “espaldas mojadas”, para demostrarle a los entendidos
en altas finanzas, que el arte de
gobernar un país, está bien diferenciado de la buena administración de una
empresa. Ahora, los ejemplos sobran en
cada una de las tragedias que jamás han contado quienes, antes de decirse a ser
indocumentados, en su patria con sus papeles en regla, nunca accedieron a un
banco, ya no como clientes, sino, incluso como simples visitantes, porque de
antemano sabían que nada tenían que hacer en un lugar donde no tenían derecho
al crédito para sus viviendas, para maquinaria, insumos, consumo distribución y
comercialización del producto de sus cosechas.
Pese a ello, han viajado y han vencido las
otras barreras que les impuso la firma del Tratado de Libre Comercio, donde se
favoreció económicamente a las grandes empresas dentro del contexto del
neoliberalismo y una mayor globalización de la economía nacional. Venciendo,
incluso campañas como la surgida en el Estado de Arizona, en donde su sólo
aspecto físico, los incriminaba de inmediato como ilegales en territorio
estadunidense. Menos podían tener acceso a los servicios médicos a excepción de
los casos de emergencia.
Por otra parte, el
fenómeno de los ilegales es consecuencia del desempleo y la marginación a que
están sometidos grandes núcleos de población, sobre todo en el sureste del
país. Esta crisis se ha tornado recurrente desde hace varios años en que la
economía no ha logrado repuntar pese a lo que digan los santones de la economía
encargados de las finanzas en el país en
forma por demás fallida ha sometido a los mexicanos a una depresión brutal, que
los ha orillado a la autoeliminación y el suicidio como única, extrema
solución. Para los que han tenido todo, resulta increíble que algunas personas
decidan matarse, cuando la mayoría de la gente es capaz de matar y morirse por
vivir o sobrevivir.
No existe en este
mundo una manera fácil de detener la inmigración ilegal de personas en busca de
una mejor vida, y más aún cuando se trata de una disparidad muy marcada en
cuanto a los sueldos mínimos a los dos lados de la misma frontera: en México el
sueldo mínimo por un día de trabajo suma lo equivalente a $3, a 4 U. S. Dlls., Cuando en
los Estados Unidos se fija el sueldo mínimo por una hora de
trabajo a $6 a 8 U. S. Dlls.
Ante esto ¿Cómo
disuadir a los pobres de México para que no huyan de su país? El presidente
Obama ha deportado 255,658 migrantes mexicanos en los últimos doce meses.
¿Qué hacer con
15, 000 niños migrantes tan solo en el Estado de Texas y otros tantos similares
en California y otros estados de la unión americana? El arribo incesante de niños mexicanos y
centroamericanos ha puesto contra la pared a todo el sistema estadunidense.
¿Qué hacer, cuando
los indocumentados y los hispanos, que han sido tradicionalmente la minoría
ignorada, se convierten en la gran historia de la elección presidencial
estadounidense del año dos mil ocho?
Obama ya habló y de que forma.
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